5 de febrero de 2014

Alma de música.

Tocaba, la música volaba y hacía vibrar el ambiente a mi alrededor. El sonido de mi violín parecía unir a todas las personas que habían en la plaza, y eso me daba fuerzas para seguir tocando. Era algo mágico, increíble.
Creaba reacciones sólo con mi música. Alimentaba el corazón de esas personas sólo con mi música.
No soy muy vanidosa, pero tengo que decir que tocaba de muerte. Era como si el violín fuera una parte de mi cuerpo, un viejo amigo que conocía más que a mí misma y sabía cómo crear con él melodías dulces y suaves, o atronadoras y fuertes.
La gente a mí alrededor me miraban sorprendidos; algunos aplaudían, otros chillaban. Les enloquecía. Me los estaba ganando.
Aumente el ritmo de la canción y mis compañeros de orquesta tuvieron que intentar seguirme. Dan me miró con la cabeza ladeada desde su teclado, y luego tocó más suave. Jade aumentó la velocidad de su chelo y Amy se acompasó con su violín.
Éramos una combinación perfecta, y nadie podía pararnos. El suelo temblaba bajo nuestros pies y hasta las palomas se acercaban para oír nuestra música.
Estábamos creando vida.
En un momento el ritmo aumentó, y empezamos a tocar más rápido. Nosotros sudábamos como mares y los músculos nos pedían descanso, pero yo no podía parar. Y el resto de mi grupo me seguía.
Mi pelo rubio se deslizó en el aire cuando sacudí la cabeza. Lo tenía recogido en un  moño algo mal hecho pero era suficiente. Algunos mechones se salieron y se me pusieron en la frente.
La canción iba por la parte final; faltaba el estribillo más fuerte, y después acabaría. Es como el fuego: antes de morir, estalla en una última llama enorme para después extinguirse. Es como el corazón, que antes de quedarse inmóvil empieza a bombear frenético.
La gente empezó a chillar, pidiéndonos más. Dan abrió los brazos y les dedicó a las chicas una sonrisa arrebatadora. Pensé que se había ganado unas cuantas fans sólo con aquella sonrisa.
Llegamos al estribillo. Nuestros brazos temblaban por la fuerza de la música, y yo cerré los ojos, dejándome llevar por la melodía, por la magia. Era como una especie de ronroneo que me recorría el cuerpo y lo controlaba por mí.
Terminamos, y la gente estalló en vítores. La funda del violín de Amy se empezó a llenar de dinero, y el público nos aplaudía, enloquecida.
Abrí los ojos, y la plaza de Canden me devolvió la mirada, una mirada cómplice que sólo vi yo.
Dan apoyó una mano en mi hombro.
-Bien hecho. Ha sido espectacular.
En su voz había admiración. Era increíble, el chico más egoísta del mundo me admiraba.
Sonreí, una sonrisa muy grande y sincera, e intenté coger aire, porque estaba derrotada.
-Gracias. Hemos sido todos, lo hemos hecho genial.
-Sí, pero tú la que más. Hacías magia con ese violín, es como si te hablara y supieras entenderlo.
Empecé a reír y guardé el violín. Algunos del público se acercaron para comprar nuestro disco.
-Algo así. Sí, algo así.
El frío me revolvió el pelo, y me estremecí un poco. Había sido un momento increíble, y sólo podía pensar:
Recordaré esto el resto de mi vida.
Los caballos de metal me guiñaron un ojo, y en ese momento supe que estaba en casa, y que la música vivía tanto en este lugar que nos había atrapado a todos.
Era inmensamente feliz.
(relato inspirado en una escena REAL, en la plaza Canden de Londres. Gracias al grupo que estaba tocando en esa plaza, me llenaron de inspiración y de magia. Vuestra música es increíble chicos. Increíble.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Hola! ¡No dudes en dejar tu opinión! ¡No olvides que, cuanto más comentes, más y más grande se hará este sitio, y habrá más lobos con los que jugar! No olvides la política de los comentarios, tampoco;). Si tú comentas, yo comento.
¡Gracias por el amor!

Plantilla "White Wolf" © creada por Agustina Fuente, de Batalla de los Reinos. 2014. Con la tecnología de Blogger.